México es una sociedad en la que cada vez se invierte (en el sentido de crear activos físicos productivos) cada vez menos.1 Tras la crisis de 1994, la inversión del sector privado ha permanecido prácticamente constante los últimos 30 años. Por otro lado, los gobiernos de la década de los 20102 redujeron gradualmente su inversión neta. La reducción de la inversión pública es un fenómeno interesante, ya que tuvo lugar en el contexto de un aumento del gasto corriente. Se redujo la inversión pública para preservar la estabilidad fiscal, con el costo evidente de no crear activos públicos para el futuro.
El problema con una inversión estancada, o de plano decreciente, es que no se crean activos productivos para que haya crecimiento en el futuro. En términos constantes, en Mexico apenas se invierte lo suficiente para compensar la depreciación de nuestro stock de capital. Apenas escapamos a las fuerzas de la entropía, pero cada casa en obra gris, cada planta industrial con pintura descarapelada de años, cada máquina que “se arregla con un alambrito”, cada coche que echa humo negro al arrancar de un alto; son capital en decadencia.
Nuestro decreciente stock de capital es un problema: no solo porque países que eran pares nuestros hasta hace poco invirtieron lo suficiente para acumular capital rápidamente (Corea en los 1980-90) o lo están teniendo ahora (Chile), sino porque, sin capital, nuestra fuerza de trabajo se vuelve un recurso desperdiciado, si no es que un pasivo social vigente. Una sociedad todavía joven (aunque ya no por mucho tiempo) sin capital no es más que un montón de energía dando vueltas, pero sin un auténtico oficio ni beneficio.
¿Quién va a meterle un peso para producir a México? No queda claro. Nuestro sector privado, que nunca ha sido el más osado del mundo que digamos, esta cómodo (o por lo menos no demasiado a disgusto) con sus niveles de inversión actuales. Nuestro gobierno, ahora bajo control de la Cuarta Transformación, ha dejado claro que la inversión que le interesa es la de los proyectos productivos que nos legó AMLO y en las empresas publicas PEMEX y CFE, que no necesariamente son muy productivas. Todo esto se vuelve importante porque además, como veremos en una entrega futura, otros tipos de capital que tenemos (ambiental, humano), no están creciendo a una velocidad suficiente.
Los datos de este post son tomados de la base de datos de inversion y stock de capital del FMI. Recomiendo ampliamente leer su conceptualizacion y metodologia.
Calderon, EPN, y el primer año de AMLO. La cobertura de esta base de datos es de 1960 a 2019 y fue publicada en 2022.