Este post es parte de la serie de posts sobre finanzas públicas que empecé aquí. Esta serie se compone de posts teóricosy prácticos. Los títulos de los posts prácticos, como este, terminan con la palabra BIS y toman el caso de las finanzas públicas de México.
Se puede contar la historia de un país a través de sus agregados fiscales y monetarios. A simple vista, la historia fiscal reciente de México parece aburrida: los ingresos del gobierno federal apenas han aumentado 0.7 puntos porcentuales del PIB entre 2009 y 2023, y los del sistema federal de salud pública (IMSS e ISSSTE) han permanecido fundamentalmente estancados. Los ingresos PEMEX y CFE, que al momento de publicación siguen siendo consideradas empresas productivas del estado, también han caído en términos relativos, si bien durante los primeros años del Primer Gobierno de la Cuarta Transformación se intentó, en parte por las condiciones del mercado, y en parte mediante “apoyo” en forma de menores transferencias de PEMEX al gobierno federal, que los ingresos de la petrolera aumentaran en casi un punto porcentual.
Pero los agregados esconden la historia bastante interesante de los ingresos del gobierno federal y que se puede resumir más o menos así: hasta 2013-14, los mexicanos utilizábamos parte de la renta petrolera para subsidiar el consumo de gasolina de los hogares más ricos del país; desde entonces, se tomó la decisión de gravar los combustibles, al mismo tiempo que se redujeron las transferencias de PEMEX al gobierno federal; para compensar, el resto de la economía formal empezó pagar más impuestos sobre la renta. Dado que en México no ha habido una reforma fiscal como tal, en el fondo, la reforma energética de Peña Nieto y las mejoras en la eficiencia del SAT que empezaron durante su gobierno -y que continúan en la Cuarta Transformación- han sido una reforma fiscal disfrazada.1
En los últimos 15 años, las finanzas públicas mexicanas se han despetrolizado, y parece que poco a poco internalizamos la idea de que haya un impuesto al consumo de combustibles, aunque sea mínimo;. Los gastos del gobierno federal se financian, hoy, con impuestos directos a la renta.
La alta dependencia del fisco mexicano sobre los impuestos directos es atípica entre los países de la OCDE, que es, simplificando, el club de los países ricos que tienen estados de bienester modernos. Como comenté aquí, la forma que conocemos actualmente para financiar estados de bienestar es mediante impuestos indirectos como el IVA. La economía política en México no ha permitido que el fisco evolucione en esa dirección.